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El camino a seguir

El mundo de los videojuegos, hasta hace pocos años, había sido considerado por gran parte de la opinión pública como una especie de malvado ritual que compartían jóvenes de todo el mundo. Se consideraban como  principal causa de los males de la juventud, que convertía a los niños en futuros seres violentos, gordos, enfermizos y antisociales. No podían compararse con los brillantes y didacticos juguetes con que la generación anterior pasó su infancia.

Y aunque todavía queda un número respetable de personas que piensan así, podemos ver como, en parte, este pensamiento ha cambiado. Ya no se estigmatiza a los videojuegos, e incluso no es raro ver noticias sobre la última novedad en las cabeceras digitales de los principales diarios españoles. ¿A qué se debe esto? En la modesta opinión de este redactor, por el creciente interés del mundo del videojuego en atraer al llamado público casual

El panorama actual del mundo de los videojuegos sería irreconocible para alguien que se hubiera largado a un monasterio tibetano hace 10 años y volviera ahora al mundo civilizado. El próximo complemento de Nintendo no será un Rumble Pack para la portátil de turno, sino un cacharro que introducido en nuestro dedo nos dice la tensión y el estado de ánimo (Wii Vitality Sensor). Sony sacará un nuevo mando, no para hacer más preciso el control de los shooters, sino para hacer que hasta nuestra abuela pueda jugar al tenis. Y Microsoft no tiene como prioridad lanzar juegos en 3D sino que el próximo Project Natal haga sus juegos «accesibles a todo el mundo». Seguramente, nuestro amigo tibetano estaría buscando una buena dosis de morfina para evitar más sufrimiento innecesario.

¿Pero realmente esta la cosa tan mal? Es innegable que la calidad y dificultad de los videojuego se  han reducido en los últimos años, mientras que proliferan y venden como churros burdas copias de «Imagina ser Ágatha Ruiz de la Prada». La piratería evita que obras maestras que no tengan una muy poderosa compañía detrás fracasen estrepitosamente, pues con tanto juego en el mercado la oferta supera con creces a la demanda. Y pese a todo ello, el precio de los juegos sigue siendo prohibitivo si careces de un trabajo remunerado

El panorama pues, a primera vista, parece desolador. Pero si escarbamos un poco, empezaremos a ver la luz al final del túnel. ¿No siente un jugador una especie de malvado placer cuando ve al familiar de turno intentar golpear sin éxito la pelota de tenis en el Wii Sports? ¿Acaso no tiene precio ver como tu prima no queda con sus amigas para ir de compras sino para echar un SingStar con el mismo tono de ansia que tu hablarías de una partida al Counter Strike? Gente que jamás imaginamos se acerca al mundo de las consolas casi por primera vez. Los juegos musicales (Guitar Hero/RockBand/SingStar/SingIt), los Brain Training o el Catz/Dogz/Platypuz quizás nos parezcan muy alejados de un Shadow of the Colossus o un GTA. Pero después de matar patos en el Wii Play o correr en el Mario Kart, no es descartable que tu vecino de 40 y tantos te pregunte y acabe comprando un Halo o un Gran Turismo.

Mientras aparecen cada año más y más nuevos jugadores, los que llevan más tiempo jugando podrían sentirse afligidos, o privados de ese placer secreto que es echar una buena partida de un par de horas. Mas los arboles no deben impedirnos ver el bosque. Cada año siguen apareciendo un buen puñado de obras maestras, quizás no tanto como deberían, pero que se multiplican gracias, en el caso de algunas, a las opciones online. La pasta que recauda Nintendo vendiendo Wii Fit la invertirá en parte para hacer mejor el nuevo Zelda. Y aunque puede que nos repugne que alguien use la Play3 para cantar las canciones de Mecano, eso mantiene con vida y da alas a Sony para desarrollar un futuro Little Big Planet

Viendo este presente, ¿qué podemos esperar del futuro próximo? Yo prefiero ser optimista. Aunque solo sea por pura estadística, del montón de jugadores casual unos cuantos (millones) se irán convirtiendo poco a poco en hardcores. Si hasta Nintendo, el supuesto paladín del «Todos Jugamos», ha tenido que agarrarse los machos y anunciar a sus 3 grandes sagas este año, estamos convencidos que la industria no olvidará, sino que recomepensará más y mejor, a su fiel seguidor. El Project Natal no impide a Microsoft seguir regalando a sus jugadores la posibilidad de disfrutar del Metal Gear o el Final Fantasy. Y Sony, en su sangrienta caza para alcanzar en ventas a X360, prefiere alabar las bondades del God of War III o The Last Guardian antes de centrarse en proclamar las virtudes de Wand

Por todo ello, creo que estamos en el camino a seguir. Pero solo al principio del camino. Si nos desviamos un poco,  la industria del videojuego caerá en la mediocridad como el de la música actual, y Bioware preferirá invertir en un juego de yoga que venderá 10 millones de unidades en vez de  un nuevo y deslumbrante shooteer estratégico que venderá menos y costará más, aunque pudiera revolucionar la industria (como el reciente y brillante Bioshock). Por ello, hay que mirar hacia adelante, y si tu tía que pensaba que los videojuegos era algo satánico te inivita a que le conectes a Internet su flamante Wii, no pongamos mala cara. Puede que en el futuro nos enfrentemos con ella en una partida por Steam

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