Que la geolocalización de la mayoría de las páginas web que ofrecen ese servicio no funciona a la perfección salta a la vista. No me refiero a la posiblidad de informar a nuestros seguidores/amigos donde estamos en cada momento de nuestra vida – lo cuál tiene su miga – sino a que estos datos sean erróneos y conduzcan a una confusión o malinterpretación.
El último de estos fallos se hizo público la semana pasada. Al parecer, la red social por excelencia, Facebook, te hacía aparecer ni más ni menos que en el “Atentado de la T-4” si solicitas ser ubicado cuando llegas a la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas, en Madrid.
Que salir del metro y entrar en una parte del aeropuerto sea interpretado como visitar a la organización (así es como está definido el ataque terrorista en la web creada por Mark Zuckenberg) le deja a uno los pelos como escarpias. Temas como estos son bastante delicados, y requieren ser mejor controlados.
La verdad es que si no se refiriera a un asunto tan serio nos tomaríamos con frecuencia estos fallos como un simple error sin importancia. Errores de ese estilo en los programas de geolocalización son bastante comunes, más que nada porque estas ubicaciones son normalmente creadas por los usuarios: uno puede poner la etiqueta “Infierno en la Tierra” para referirse a la localización de su instituto o universidad.
Este asunto deja claro dos cosas. Por un lado, que por su enorme volumen, Facebook parece incapaz de controlar detalles de ese estilo. Y por el otro, que las webs y aplicaciones encargadas de localizarnos digitalmente no son tan inteligentes como suponíamos.
Este fallo en Facebook se produjo la semana pasada, y lo más lógico sería que se hubiese subsanado. Pero en cualquier caso, y aún con errores como estos, hay que alabar las múltiples herramientas que nos ofrece la web 2.0 para poder comunicarnos con los demás. El uso que hagamos de ellas ya nos corresponde a nosotros mismos.