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Steve Jobs se despide… de todos nosotros.

Normalmente trato de dar a mis artículos un tono distendido, que ayude a soportar los largos párrafos. Hoy, sin embargo, espero que disculpéis la seriedad. No esperaba tener que escribir esto. No tan temprano, al menos.

Para quien por alguna extraña casualidad aún no se haya enterado, Steve Jobs, fundador de Apple y Pixar, ha fallecido.

La reacción del mundo ante las malas nuevas fue inmediata. Pocos minutos después de hacerse pública su muerte, los Trending Topics de Twitter, no solamente globales, sino de todos y cada uno de los países y ciudades, se llenaban con el nombre de Steve. Aquellas personas con algún producto de su compañía no son las únicas que lamentan su muerte. Steve Jobs siempre fue reconocido como un genio y un visionario, un hombre que revolucionó el mundo de la tecnología, así como la manera de verla y usarla. Cualquiera que use hoy Google podrá ver que, bajo los botones de búsqueda, hay una pequeña dedicatoria y un link a la página de Apple. Bill Gates publicaba esta madrugada en su página personal la siguiente declaración:

Estoy realmente entristecido por la muerte de Steve Jobs. Melinda y yo hemos dado nuestras sinceras condolencias a su familia y amigos, y a todos los que Steve ha tocado a través de su trabajo.
Steve y yo nos conocimos por primera vez hace cerca de 30 años, y hemos sido colegas, competidores y amigos a lo largo de más de la mitad de nuestras vidas.
El mundo rara vez ve a alguien que tuviera el profundo impacto que tuvo Steve, y los efectos de dicho impacto serán patentes durante generaciones.
Para aquellos de nosotros lo bastante afortunados para trabajar con él, ha sido un honor incríblemente grande. Echaré muchísimo de menos a Steve.

Apple Stores con la manzana apagada en señal de duelo. Velas y flores en el cuartel general de Apple en Cupertino y en los escaparates de las tiendas de la compañía. Podría pasarme así una semana, escribiendo sobre las diferentes muestras de luto que manifiesta el mundo sobre la pérdida de este gran hombre. Sin embargo, Steve Jobs nos animaba en su discurso en la universidad de Stanford a no vivir las vidas de otros, así que, interpretando de manera bastante libre esa frase, escribiré mi visión personal del asunto en vez de recopilar las palabras de otras personas.

No voy a ponerme a transcribir su carrera profesional completa. Si alguien quiere conocer la vida y milagros de Steve Jobs, hay otros lugares en los que podrá obtener la información que desea. Para irme a Wikipedia y ponerme a copiar de allí sucesos y fechas, mejor no escribir nada. Además, eso sería hacerle un flaco favor a Steve. Ser uno de los padres de la informática doméstica es, probablemente, el menor de los logros que ha obtenido en su tristemente corta vida. Lo que hizo a Steve ser un gigante, al menos a mis ojos, fueron sus cualidades como persona.

Mi admiración por él se remonta al año 2006, cuando vi el vídeo del discurso en Stanford (bajo este párrafo), grabado el año anterior. Por aquel entonces yo era un yogurín de 16 años, y ni siquiera sabía que iba a terminar estudiando una carrera de informática; pero me impactó igualmente. Los valores que transmitía en ese discurso me parecieron, y aún me parecen, algunos de los valores fundamentales sobre los que debe construirse una persona. Perseverancia ante la adversidad. Cuidado por los detalles. Amar tu vocación, incluso cuando ella parece darte la espalda. Aprovechar tu tiempo. Pequeñas lecciones de un gran hombre.

Vi mi primera Apple Keynote en septiembre de 2007, en la que presentaron el iPod Touch. Steve desprendía carisma, podía notarlo incluso desde una pantalla, a varios miles de kilómetros. Tenía ese brillo en los ojos que comparten los genios y los niños: el brillo de la ilusión. La ilusión de reunir a un grupo de gente y decir con orgullo «Eh, mirad lo que he hecho, ¿os gusta?». Pero Steve Jobs no nos traía cuadros hechos con macarrones. Steve Jobs nos traía el futuro en el bolsillo de sus vaqueros, como si de Juan Tamariz haciendo aparecer una carta se tratase.

A finales de agosto, Steve renunciaba definitivamente como CEO de Apple. En mi casa ha habido productos de esta compañía desde hace casi una década, así que le pregunté a mi padre qué le parecía la noticia. Mi padre me miró y dijo «Mal. Se está muriendo.» con absoluta seriedad. En un principio no quise darle importancia; pero en el fondo, mientras escribía el artículo correspondiente, sabía que era la crónica de una muerte anunciada. Steve amaba Apple, la compañía que había levantado de la nada, de la que fue despedido y a la que volvió y puso en lo más alto. Si la estaba abandonando por motivos de salud, debían de ser motivos de peso. Desgraciadamente, mi padre, como pasa con el 95% de las cosas que dice, tenía razón.

Tras conocerse la noticia de su renuncia, en Internet y demás medios de comunicación empezaron a aparecer tributos a su carrera. Yo bromeaba diciendo que, si seguían así, a ese ritmo no quedaría nada que decir cuando Steve nos dejase. Ahora me doy cuenta de mi estupidez. Si quieres tener la más remota posibilidad de que una persona sepa que la respetas y admiras, la mejor manera es decírselo mientras vive. Escribir este artículo es una pobre e insuficiente manera de enmendar mi error.

Steve Jobs fue un magnífico ejemplar de ser humano y un ejemplo a seguir por todos. Es una de las personas a las que debemos agradecimiento por el hecho de contar con ordenadores para facilitarnos el trabajo del día a día. Si has disfrutado de una película de Pixar, es también gracias a él. Al final, da igual si eres «maquero» o no, si te gusta Apple o no, o si estás de acuerdo con su modelo de negocio o no. Al final, todos vemos con claridad que Steve fue un grande entre los grandes.

Pero no podemos quedarnos lamentándonos por su marcha. Como él mismo dijo, lo viejo deja paso a lo nuevo. Es un ciclo necesario. Y, aunque morir con 56 años no es morir precisamente de viejo, es nuestro turno queramos o no. Steve cambió el mundo. Ahora nos toca recoger el testigo y seguir cambiándolo, cada uno en su respectivo ámbito. No debemos tener miedo a ser emprendedores. Steve empezó en el garaje de sus padres junto a su amigo, con los bolsillos vacíos de dinero y la cabeza llena de ideas revolucionarias.

Creo que no hay mucho más que añadir. Mis condolencias van a su familia y amigos, porque una muerte antes de tiempo siempre es algo doloroso; a aquellos que han trabajado con él, en especial a Tim Cook, porque tendrá que calzarse unos zapatos difíciles de llevar; y al mundo entero, porque hemos perdido un genio.

Pero no quiero despedirme hoy diciendo «lo siento«, sino diciendo «gracias«. Gracias, Steve. Por pensar diferente.



Enlaces de interés:  Página de Apple con la dedicatoria a Steve Jobs

5 comentarios en “Steve Jobs se despide… de todos nosotros.”

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